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martes, 16 de noviembre de 2010

Entrenamiento del águila

Cómo se saca al pájaro de la muda.

Son varias las razones por las que se debe de sacar a los pájaros en las primeras horas de la noche. Durante la noche, el sueño les tranquiliza y les hace perder su primitiva fiereza, lo cual es sumamente aconsejable para el comienzo del amansamiento.
Los primeros días de adiestramiento serán los únicos momentos dramáticos y desagradables para nuestros alumnos, que han de ser fuertes para adaptarse a la nueva vida.
Para sacar un pájaro de la muda sin dificultades el cetrero necesita la ayuda de dos personas. Una tendrá la misión de sujetar el pájaro, la segunda mantendrá cogidas sus manos y el propio maestro colocará la caperuza, pihuelas y demás arreos.

Cómo se acostumbra al pájaro a comer sobre el puño.

La velada de la primera noche, después de sacar al pájaro de la muda, hay que tratar de obtener un verdadero triunfo sobre el pájaro, iniciar una experiencia positiva de tolerancia y acercamiento. Hemos de lograr que coma sobre nuestro puño. Para ello todos los recursos son buenos, hasta ahora hemos estado hablando al pájaro hasta conseguir que nuestra voz le resulte familiar y no le asombre, le hemos acariciado consiguiendo que nuestras caricias no le inquieten, pero lo que todavía no debemos de haber hecho es tocarle las manos, cosa que a continuación realizaremos usando un suculento pedazo de carne, cuando el pájaro baja la cabeza para asentarnos el correspondiente picotazo defensivo lo que debe de encontrarse es el sabroso pedazo de carne agresor, que no en todos los casos devorará a la primera intentona con lo cual deberemos de repetir el intento, hasta que consigamos que el pájaro devore el suculento pedazo de carne, mientras lo hace deberemos de emitir un sonido característico, que en la oscuridad de la caperuza, en el placer de esta primera comida, después del ayuno de la víspera, el sonido se fijará en la mente de nuestro pájaro como el estímulo de nuestro primer reflejo condicionado positivo.
Si el pájaro no come en esta primera sesión, será necesario intentarlo en la segunda o en sesiones sucesivas hasta conseguir que coma, después de este primer triunfo, se sigue hablando y acariciando al pájaro y si hace buen tiempo, se da un paseo al aire libre.
Al día siguiente, se toma al pájaro sobre el puño, durante el mayor tiempo posible, paseándolo por el interior de la casa y al aire libre.
La segunda noche se le vuelve a desvelar unas horas y se le quita la caperuza, se le pone la carne entre los dedos emitiendo el sonido característico.
El tercer día, al tomarlo por la mañana, si ha gastado todo el papo, se le dan unas picadas, haciéndole el chasquido correspondiente. Cada hora se le dará un poco de comer repartiendo la gorga que habría de tomar de una sola vez, a lo largo del día.
El cuarto día se le puede quitar la caperuza por primera vez. Al cogerlo por la mañana, solo le daremos unas picadas, y nada durante el resto del día. De noche, tomamos al pájaro le ponemos un pedazo de carne grande bajo las manos y emitimos la señal, el pájaro buscará la comida deseoso. Cuando ha comenzado a tirar de la carne, y aun tiene un pedazo de carne en el pico, abrimos cuidadosamente los cerraderos de la caperuza y desencaperuzamos.
Cuando va por la mitad de la comida, es preciso encaperuzarlo de nuevo, a continuación seguirá comiendo, hasta terminar su ración. Si el encaperuzado fuera sinónimo de dejar de comer, tarde o temprano, identificaría la caperuza con tal privación y nuestra imprescindible aliada se transformaría en un estímulo negativo.
El quinto día, mientras come le hablamos y comenzamos a mover paulatinamente las manos, antes de terminar, le ponemos la caperuza para que siga comiendo cubierto, con este procedimiento de desencaperuzado y encaperuzado durante la comida, no hacemos otra cosa que instalar en su mente un nuevo reflejo “el pájaro solo nos ve cuando come, cosa que poco a poco asociará al placer de la nutrición” para aumentar las ocasiones en que el pájaro pueda vernos, durante los días sucesivos, se repartirá la comida en varias sesiones, quitándole siempre la caperuza cuando ha comenzado a comer y poniéndosela antes de que termine. Durante los 10 o 15 primeros días, según el carácter del pájaro, se va aumentando la movilidad durante las comidas.
Durante este tiempo no rebajaremos la cantidad de comida que le demos a nuestro pájaro, pero sí su poder nutritivo, empleando carnes poco fuertes, tal régimen va acrecentando el apetito del pájaro y nos permite introducir un ingenioso truco: “El roedero”.
En esta época se le da ya de comer al aire libre, en locales públicos, en parques frecuentados, teniendo sumo cuidado en que no aparezca, al principio, nadie a nuestras espaldas. “Tan pronto como notemos que levanta la cabeza y va a debatirse, le pondremos la caperuza”.
Durante estos primeros días de amansamiento el pájaro deberá dormir con la caperuza puesta.

Cómo se acostumbra al pájaro a saltar al puño.

Cuando los pájaros comen muy bien en la mano, le enseñaremos a saltar al puño, para ello, cuando están tirando de un buen trozo de carne, les dejamos en la alcándara o en el banco, anudada al anillo del guante, les mostramos la comida a un palmo de distancia, hasta que salte al puño, para compensar este esfuerzo, le daremos toda su gorda.
En lo sucesivo se irá aumentando el número de saltos y las distancias, hasta que vuelen resueltamente a punta de lonja desde el suelo.
Durante la etapa del amansamiento, se les acostumbra, así mismo, a la alcándara, poniéndonos en ella a plena luz del día y comprobando si puede volver al travesaño cuando se debaten. Mientras no aprendan a hacerlo, no se les puede dejar solos en la alcándara.
Hasta que los pájaros no duerman sin caperuza no se les puede dar huesos ni pluma y a partir de ese momento no se les pondrá la caperuza hasta que hayan devuelto la plumada.
El período de amansamiento es decisivo, todo el ulterior comportamiento del pájaro depende de cómo se haya llevado. Podemos afirmar que un pájaro está bien amansado cuando espera tranquilamente la caperuza y no intenta quitársela; cuando no se asusta de los hombres, animales domésticos, automóviles, etc., y cuando salta hacia nuestro puño tan pronto como le mostramos la comida. Para que este proceso se realice adecuadamente, es imprescindible reglar las gorgas del pájaro de modo que tenga hambre durante todo el día, para que en cualquier momento en que le desencaperucemos tenga ganas de roer y, desde el banco o la alcándara, salte hacia nuestro puño.

El desainado de un pájaro.

Hemos observado ya, en la primera etapa del amansamiento, que la piedra angular sobre la que cimentamos toda nuestra obra es el hambre del pájaro. En ella se basan todos los estímulos de los reflejos que vamos instalando en su mente.
Sin embargo, el grado de hambre de un pájaro es muy variable.
Generalmente los pájaro recién sacados de la muda, tienen el pecho lleno, redondo. El pájaro adiestrado, en estado de vuelo, debe presentar el pecho menos redondo.
A la palpación se suman las reacciones del pájaro, aun más demostrativas, si se debate hacia nosotros cuando nos acercamos al banco, si salta al puño sin dudarlo, tiene hambre suficiente, por el contrario si nos espera inalterable y tarda en decidirse a saltar, demuestra de una manera clara su desgana de hambre. Pero más peligroso que pecar por exceso, es hacerlo por defecto; “que no baje nunca el pájaro demasiado”, el pecho ha de estar siempre convexo, no enquillado.
El complemento ideal para el cetrero, el barómetro de hambre, es la balanza, que nos pondrá de manifiesto el estado del pájaro. Si el principiante quiere que las cosas vayan bien ha de pesarlo diariamente.
Prolongar innecesariamente la fase de amansamiento es contraproducente, los pájaros excesivamente amansados, privados de iniciativa, apegados a los fáciles vuelos a la mano entran mal al señuelo y en la caza. El amansamiento ha de ser corto e intenso; ha de llegar necesariamente hasta el límite de la tolerancia, pero no es preciso que se prolongue hasta el cariño.

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